miércoles, 28 de diciembre de 2011

The Corrections

“And when the event, the big change in your life, is simply an insight- isn’t that a strange thing? That absolutely nothing changes except that you see things differently and you are less fearful and less anxious and generally stronger as a result: isn’t it amazing that a completely invisible thing in your head can feel realer than everything you’ve experienced before? You see things more clearly and you know that you’re seeing them more clearly.”

La cita me la encontré en una de las últimas páginas del libro y me llamó la atención porque describe perfectamente lo que me pasó este año, no estoy segura de cómo ni cuándo fue pero en algún momento algo en mi cabeza hizo click, empecé a ver las cosas diferente y tuve uno de mis mejores años. Pero eso se los platico después (espero que me de tiempo de escribir algo mañana) porque definitivamente este año amerita su recuento de los daños, uno por uno.

A veces parece que los libros se van acomodando en tu vida combinando perfectamente con lo que te va pasando. Empecé a leer The Corrections porque quería leer Freedom, el último libro de Jonathan Franzen del que tanto me había hablado A, pero me dijo que como seguramente me iba a gustar mucho, entonces que mejor primero leyera The Corrections, que si lo leía después ya no me iba a parecer tan maravilloso, que era un libro bastante corto y que lo leía rapidísimo. Cual fue mi sorpresa cuando llegué a comprar el libro que era nada más y nada menos que una novela de 640 páginas, pero en algo A tenía razón la leí muy rápido (o al menos para mis estándares y la cantidad de trabajo que tenía en la escuela), tres semanas fueron suficientes para que fuera capaz de cambiar una ida de compras o una cerveza por quedarme leyendo y ver que pasaba en la deprimente y enredada vida de Los Lambert.

Una familia de clase media americana, que Franzen te va presentando poco a poco entre los capítulos que van y vienen en el tiempo tratando de encontrar el punto clave que no los llevó al éxito. El papá en sus setentas, un investigador que misteriosamente renuncia a su trabajo cuando iban a subirle el sueldo, lo que haría toda la diferencia (económicamente hablando) ahora que está jubilado, con principios de Parkinson y Demencia. La mamá que quiere aparentar que todo está bien, que cree que todo se va a resolver si logra hacer que toda la familia pase la navidad por última vez en la casa en donde todos crecieron en un suburbio perdido en Estados Unidos (curiosamente el libro lo terminé de leer el 25 de diciembre (por eso lo del acomodo)). Gary el hijo mayor aparentemente con la vida ideal, con una esposa guapa y tres hijos, trabaja en un banco, es bueno con los números (siempre lo fue), pero vive con pavor a tener depresión, no puede dormir pero no dice nada porque es un síntoma de depresión. Chip el de en medio, es escritor, pero su primer guión termina siendo usado como papel reciclado para que la hija de su jefa dibuje, no tiene suerte en el amor. Y finalmente Denise, la hija más chica, una chef exitosa pero con una extraña fijación por los hombres casados.

Logra describir perfectamente todos esos estereotipos de los “típicos” americanos, pero también logra hacer que te identifiques con al menos alguna de las situaciones que viven. Me divirtió mucho, ya quiero empezar el otro. Mientras tanto yo me decidía a venir a pasar navidad a México ya que finalmente se habían logrado en poner de acuerdo todos los primos. Regresé, logré subir 5 kilos en 3 meses, y sé perfectamente de donde salió cada uno de ellos, esos ataques de comer galletas, ese chocolate diario, todo ese pan con mantequilla en la sopa y finalmente todas esas cervezas.

Retomando la costumbre, aquí les dejo lo que me encontré en las hojas que fui doblando.

He’d lately developed a knack for making his printing calculator spit columns of meaningless eight- digit figures.

He was in the mode now of avoiding anything that might make him experience an emotion.

But Jürgen Habermas didn’t have Julia’s long, cool, pear-tree limbs, Theodor Adorno didn’t have Julia’s grapy Shell of lecherous pliability, Fred Jameson didn’t have Julia’s artful tongue.


“I guess there is no accounting for tastes,” she said.

“That’s true,” Denis said. “Although some tastes are better than others.”

“We can drink tonight, sleep tomorrow”.

…Caroline (who was expecting both buyer’s remorse and gift givers anxiety) …

“Well, now, Dad,” Gary said in the low, slow voice he reserved for situations in which he was very angry and very certain he was right. “You can’t do that.”


“This always happens! I wait and wait, and then it gets too late."

What this stagnating economy needs, is a massive infusion of Bombay Sapphire gin.

Just because you don’t intend. It doesn’t mean it won’t happen.

And meanwhile the sad truth was that not everyone could be extraordinary, not everyone could be extremely cool; because whom would this leave to be ordinary? Who would perform the thankless work of being comparatively uncool?

Finch laughed like an executive with an eighty-hour workweek.

Impossibility is attractive. You know, the safety of dead-ended things.

Schopenhauer: No little part of the torment of existence is that Time is continually pressing upon us, never letting us catch our breath but always coming after us, like a taskmaster with a whip.

Enid had chosen to believe the promise of his looks. Life then became a matter of waiting for his personality to change.

…she laughed until she got the hiccups.

I’m too young to be so old.

Tragedy rewritten as a farce. All of a sudden he understood why nobody, including himself, had ever liked his screenplay: he’d written a thriller where he should have written a farce.

A brain could absorb only so many impressions before it lost its ability to decode them, to put them in coherent shape and order.

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