jueves, 28 de abril de 2011

Día redondo

Acampamos a lado de la cancha de basket ball de la ranchería. Dormí rodeada de perros, nunca había escuchado a una cigarra ni visto una luciérnaga.

Despertamos puntualmente a las 4 am para subirnos a una mula por dos horas y media, todo esto con el objetivo de llegar al famoso “Sotano de Barro”, qué es básicamente un hoyo gigante entre montañas del cual se suponía que iban a salir miles de Guacamayas al amanecer. Salieron unas cuantas, 30 a lo mejor, y era más lo que se escuchaban que lo que se veían. Valió la pena, aunque creo que no había necesidad de llegar tan temprano.

Regresé caminando, las dos horas de ida arriba de un caballo fueron suficientes para mí. Siguieron dos horas y media de terracería, luego tres y media en curvas, una y media de autopista y media hora en cruzar la ciudad vacía. Llegué a mi departamento, no había agua, salí a leer a mis sillas Acapulco, por fin terminé de leer el último cuento de Look at the Birdie, doblé muchas hojas. En todo el día solo había comido unos churrumais y mucha Coca Light. Chateaba con Marisol, me invité a cenar a su casa, terminé el día con un rico Yakisoba mientras veíamos Project Runway, ya la extrañaba.