lunes, 18 de julio de 2011

De Cabeza




El Domingo en la noche me quedé a 10 páginas de terminar el libro que estaba leyendo, por más que lo intenté no lo logré, cerraba los ojos cada dos renglones, así que ayer como cualquier otro lunes antes de irme a parar de cabeza me disponía a terminar esas diez páginas en algún café de por ahí. Pero en eso me desvié y me metí a cortarme el pelo y con eso de que te sacan plática y no puedes ni mover la cabeza pues no pude sacar mi libro. ¿Y a qué viene todo este choro? Pues, porque me quedé pensando de cómo a veces, solo a veces, te acuerdas en donde estabas cuando terminaste un libro, muchas veces no es ese lugar ideal, romántico y de total calma que te hubieras imaginado, puede ser en cualquier parte y creo que los lugares más raros son los que más recuerdas. Por ejemplo, terminé de leer Dance, Dance, Dance en la fila de un Centro de Atención a Clientes de Telcel, o el de 2666 en algún punto entre Matehuala y San Luis Potosí una vacaciones que veníamos regresando de compras de San Antonio. Ayer terminé Anagramas de Lorrie Moore justo antes de que empezara a hacerme nudo en yoga.


Llegué a Anagramas gracias a G (otro G, no el mismo por el que descubrí a Murakami), quien un día me pasó un ensayo de un matemático que escribía algo sobre la relación entre la literatura o narrativa y las matemáticas, algo así. El caso es que ahí menciona la novela o colección de cuentos, o cuentos y una novela, no estoy segura a que género pertenezca, de Moore y hace una interpretación que me gusto mucho, muy matemática. En cuanto lo terminé estaba decidida a pedir el libro por Amazon pero por alguna extraña razón, a lo mejor flojera o codera, ya no lo hice. Y fue hace dos semanas en la venta de libros de Anagarama, mientras iba embobada entre los miles de libros que había, que de repente sin buscarlo vi el libro de Anagramas, nada más y nada menos que editorial Anagrama. Lo compré (junto con otros tres, ese fue mi saldo).


El libro consiste en una serie de historias, en las cuales siempre están los mismos dos personajes, Gerard y Benna, aunque nunca son los mismos. Gerard enamorado de su vecina Benna que no le hace mucho caso, Gerard y Benna una pareja que su relación está a punto de terminar, Benna la profesara que se siente atraída por su ayudante Gerard, y por último los grandes amigos Gerard y Benna con su hija imaginaria. Como dije antes, nunca son los mismos sin embargo a pesar de ser historias independientes es inevitable tratar de entrelazarlas o encontrar alguna relación entre ellas. La idea de pensarlo como una función, en la que la existencia de dos personas está definida por la integral de todos los posibles escenarios finitos (o infinitos) en los que puedan llegar a conocerse me gusta. A lo mejor este es solo un escenario, habrá que esperar a ver que pasa en el siguiente.


Es un libro bastante entretenido, se disfruta y es fácil de leer y no te quita más de una semana. De lo qué más me gustó es como juega con las palabras (supongo que de ahí viene un poco el nombre).De como de niña se le hacía difícil entender que se pudieran intercambiar algunas letras y las palabras tuvieran un significado completamente diferente. Doblé algunas páginas, pero no porque tuvieran esas frases que te llegan y no quieres que se te olviden si no porque me parecía muy divertida su forma de describir o platicar algunas cosas. Aquí se las dejo:



Las cosas, sin embargo, rara vez son del modo que uno las entiende.


“…le pregunté con patética resonancia, como un pequeño personaje de Hans Christian Andersen.”


Parece uno de los círculos que Dante se olvidó incluir en el infierno.


Las personas no se casan porque hayan encontrado a alguien. No es una caza del tesoro. Es más bien como el juego de las sillas: donde estuviera uno en el momento en que la música de ser soltero termina, allí se sentaba.


A veces, aparte de los dibujos animados, todo es demasiado real para mi.


Tengo fantasías. Planes. Esperanzas. Sigue, sigue andando con tu agujerado corazón.


Un día kafkiano se había levantado de la cama convertida en profesora de universidad, culpable de un delito de estafa.


¡Oh! ¿Dónde está mi siesta del año pasado?


Con una expresión de horrorizado deleite.


Aunque hay otras cosas que recuerdo, ocasionales inquilinos en la pensión de mi memoria.


Un cuerpo en movimiento, tiende a necesitar reposo.


“...con peligrosa lentitud, como nadando en una pesadilla.”

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