lunes, 9 de abril de 2012

5 minutos para tomar la foto



Esta entrada no es para platicarles de las fabulosas vacaciones que tuve con mis papás, tampoco sobre mis impresiones de Marruecos, ni del libro que terminé de leer en el viaje, ni de todas las tapas que comí, ni de que se siente tener 27 años ( todo eso ya vendrá después). Esta entrada está exclusivamente dedicada al tour, pues sí, por 10 días y 9 noches nos subimos al camión y dejamos que (aquí el nombre de la empresa de tours) nos paseara por Andalucía, nos mandara a Marruecos y nos regresara a Madrid.

No será mi forma favorita de viajar, pero las vacaciones en un tour “todo incluido” tienen su encanto, sus ventajas y desventajas. Podría parecer que son unas vacaciones del estilo pisa y corre pero al final sientes que conociste todo.  Pero a mi lo que me divierte de viajar en tour es observar el comportamiento de los diferentes miembros del grupo, los sociales, los antisociales, los que llegan tarde y los que van de lado a lado del camión tratando de tomar fotos, y de cómo va evolucionando la relación entre todos.

El 27 de marzo del 2012 a las 8:00 de la mañana (después de haber cumplido 27 años) nos subimos al camión, listos para dejarnos llevar. Lo primero, escoger el lugar para sentarte, ese lugar en el que de alguna manera (en teoría todos van a respetar) y va a ser en el que te quedes el resto del viaje. Los de hasta adelante ya estaban ocupados. En el grupo que salió de Madrid éramos relativamente pocos, así que el camión iba bastante vacío.  Yo venía leyendo Freedom de J. Franzen (pronto más de esto), pero no dejaba de pensar en Plataforma, de Houellebecq, y su divertida forma de contar (a través Michel (que bien podría ser él)) su experiencia en este tipo de turismo, y como va “perdiendo” sus oportunidades de integrarse al grupo.

Nosotros no éramos muchos, pero eso no quiere decir que no tuviéramos un poco de todo. Sentados hasta adelante, la familia de Alabama, la hija de 17 años que estaba en su spring break con sus papás, los tres acababan de descubrir el aceite de oliva y estaban encantados, cada cena se guardaban de postre el pan que sopeaban felizmente en el aceite, del grupo ellos fueron los únicos que no fueron a Marruecos. Después estaban las Australianas mamá e hija, que como buenas australianas venían viajando desde el primero de marzo, venían de Egipto y después de esto todavía pasaban a Atenas, para ellas Marruecos solo era parte del viaje. También estaba la señora Argentina que iba sola, con una maleta más chica que mi bolsa y con una cámara de rollo, comprando solo de uno en uno cada que se encontraba una tienda de souvenirs. Ella fue a la única a la que todos le huían.  La pareja de doctores retirados, de Oaxaca, que cuando supieron que era mi cumpleaños me calcularon 17 años. Y finalmente, Andrea, de Taxco, ella venía sola. A nosotros no sé como nos hayan visto los demás. En fin, estos éramos los que salimos de Madrid, rumbo a Córdoba, Sevilla, Ronda y terminamos en la Costa del Sol, conforme iban pasando los días cada vez éramos un poco más sociales, Andrea tuvo que huir de la señora Argentina que rápidamente la identificó como su posible compañera de viaje, los de Alabama hacían pequeños esfuerzos por practicar su español y los señores de Oaxaca llegaban cada vez menos tarde. Pero no fue hasta que cambiamos de tour que se empezó a formar el “equipo”, ya que te recogen un día a las 8:00 de la mañana (para variar) y te subes a un camión en el que la mayoría de los asientos ya están ocupados, todos vienen medio dormidos y no conoces a nadie.

La parte más caótica del viaje fue el cambio de tour y cruzar a Marruecos. La persona encargada de recogernos a todos en nuestro hotel, darnos nuestro boleto para el barco y explicarnos que iba a pasar cuando llegáramos a Tanger, nos dejó medio abandonados yo terminé subiendo al barco con un boleto que decía Omar, el ultimo en subir fue mi papá, el era el único que sabía que ya nos habíamos quedado solos, traía un sobre que tenía que entregar al nuevo guía en Marruecos, Navil (y al que todos le decían David). En el barco había una fila que recorría todo un pasillo, al final de la fila sentados en un asiento cualquiera con una mesa provisional y una laptop estaban lo que parecían dos oficiales de migración sellando pasaportes, nadie nos había dicho que hacer pero creímos que seguramente era necesario formarnos y sellar nuestro pasaporte (más sobre esto adelante). Finalmente llegamos y salimos del barco, nadie estaba seguro hacia donde ir, tampoco reconocíamos a nadie más del tour (fuera de los que venían con nosotros desde Madrid que ya fueron presentados) y menos quien era nuestro guía, hasta que nos fuimos juntando poco a poco, mi papá entregó el sobre y nos subieron a otro camión.

Después de haber sido estafados en un restaurante con una comida casi obligatoria de 130 Dh, y todo un día de viaje en camión nos fuimos identificando entre los demás miembros del “nuevo” grupo, el cual no era menos interesante que el que ya traíamos, había de todo, la enferma, la doctora, los despistados, las que traían muchas maletas, y muchas argentinas. Estaban las de Chicago, un grupo de 6 mujeres, la Abuela, la Mamá, dos hijas, la hermana y la cuñada, originalmente de Palestina, nos compartieron un poco más de su cultura, nos enseñaron a bailar, todas las mañanas nos saludaban con un “es shalaam alleykum”, me pintaron la mano con henna (mientras el camión iba por una carretera libre así que ya se imaginarán como quedó). También estaba la señora panameña con su nuevo novio Danés, alrededor de los 70 años, ella siempre vestida pegadita y con esas bolsas negras con letras blancas que dicen: “Dinamarca Dinamarca Dinamarca” ( o el país en el que se compre en souvenir). Una pareja de argentinos que habían llegado en barco desde argentina, 6 días de puro mar. El venezolano con su mamá, ninguno de los dos rebasaba los 1.50 pero a el le gustaba vestirse con playeras pegaditas y escotadas y presumir (¿?) su cuerpo de galán de gimnasio, todo un reto tratar de que no saliera de fondo en las fotos con sus playeras fosforescentes. La pareja de uruguayos festejando su aniversario de casados, que trataban de escaparse del tour cada que podían. Unas hermanas (¿setentonas?) argentinas igualitas, con el pero güero y chino esponjado justo a la altura del cuello, que no perdieron la cabeza porque ahí la traían. Los americanos a los que se les había perdido su maleta, llegó el último día ya que íbamos de regreso a España. El historiador y su esposa que se enfermó de gripa y no pudo conocer Fez.  Una argentina recién operada de la rodilla a la cual su hija le prometió que ella le cargaba hasta un banquito en su mochila si se iban de vacaciones y ahí estaban, y ahí traía el banquito. Las amigas arquitectas (también argentinas) que están estudiando en Barcelona y sus mamás vinieron a visitarlas, una de ellas me enseñó a regatear. Y por último no podían faltar los indocumentados, una pareja de Argentinos ella psicóloga y el financiero a los que nunca se les ocurrió formarse en la fila para sellar su pasaporte, entraron a Marruecos sin que nadie supiera, lo interesante fue cuando intentaron salir.

En fin, los que empezamos sin hablarnos ese viernes todos medio dormidos en la mañana, después de horas de ir juntos en el camión, cenas en grupo y paseos a toda velocidad en las Medinas, pedir que te tomaran fotos,  solo 5 días después el cruce de la frontera fue muy diferente. Ahora todos nos conocíamos y contábamos para que no se quedara nadie del grupo, todos íbamos platicando, nos ayudábamos con las maletas (ay sí que cursi jeje), intercambiamos correos para mandar las fotos, “súbelas a Facebook” decían todos.

Siguiente parada, 5 minutos para tomar la foto (he intentar esquivar a los otros 30 del tour que quieren hacer lo mismo que tú). Me encantaron mis vacaciones, las sigo disfrutando. 

2 comentarios:

  1. Llegué por casualidad a esta entrada, haciendo tiempo hasta la hora de salir de la oficina. Me ha gustado mucho, me recuerda mis viajes por España y tu forma de escribir sencilla y alegre me ha contagiado un poco esos sentimientos en un día que parece ser, será lluvioso, un gran saludo desde México DF

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    1. Gracias! Y saludos desde mi siempre lluvioso pueblo en Inglaterra.

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